Muchas cosas cambiaron para Oscar Hinks aquel 22 de julio de 2013.
Si bien se levantó como todos los días a la cinco de la mañana para cumplir con su trabajo de electricista en la construcción de turno, la noticia del asesinato de un futbolista panameño a la salida de un club nocturno en San Miguelito, uno de los barrios difíciles de Ciudad de Panamá, lo dejó perplejo.
Lo peor sucedió después, cuando llegó a la obra y otro trabajador le preguntó: "¿Te enteraste que mataron Miguel Lasso, tu compañero de selección?" Y ya nada fue lo mismo…
"Sencillamente, no lo podría creer", dice a FIFA.com el segundo capitán de la selección panameña, horas antes de su debut en la Copa Mundial de Fútsal de la FIFA Colombia 2016. "Miguel nunca había tenido problemas. Era uno de los pocos que, en ese entonces, vivía del fútbol. Le importaba el balón y nada más".
Hinks pasó horas al teléfono con sus compañeros de equipo. Los recuerdos del Campeonato de la CONCACAF 2012, donde Lasso fue el máximo artillero con seis dianas, o del Mundial de Tailandia ese mismo año, en el que los Canaleros alcanzaron los octavos de final, parecían irreales.
"Cada uno tenía una versión distinta de lo sucedido, pero no importaba: Miguel ya no estaba con nosotros. Me dolió mucho porque teníamos la misma edad, debutamos juntos en la selección en 2006 y éramos muy unidos. Soñábamos con ir a jugar a otro país por el bienestar de las familias. Pero Dios tenía otra cosa para él", dice el cierre, quien cumplirá 31 años el 20 de septiembre.
Readaptación a todo nivel
¿Cómo era Lasso afuera de la cancha? "Sonría mucho, pero era reservado. él hablaba con los pies. Se soltaba con los más allegados, aunque siempre tenía una palabra de aliento para todos. No le gustaba que alguien estuviera triste".
Hinks cuenta que nadie sufrió su muerte como Carlos Pérez, también integrante del plantel que estuvo en Tailandia. "Carlos está casado con la hermana de Miguel, y habían jugado toda la vida juntos. Hasta lo lleva tatuado en el cuerpo. Fue importante apoyarlo y apoyarnos entre mostros".
El primer entrenamiento con la selección tras a la muerte de Lasso fue difícil, recuerda Hinks. "No nos hallábamos, no nos entendíamos. Futbolísticamente, fue un golpe dificilísimo de asumir. Nos decíamos que no teníamos otro delantero así, o quien nos saque de apuros en las faltas directas, en los penales.
Pero nos convencimos que debíamos seguir y empezamos a competir de nuevo, dedicándole cada gol".
Energía positiva
Desde entonces, Lasso ha sido fuente de inspiración para Hinks y sus compañeros en cada partido y competición. El Campeonato de Fútsal la CONCACAF de este año, clasificatorio para el Mundial de Colombia, no fue la excepción. "En algún momento pensamos que no podríamos lograrlo sin Miguel, pero luego nos prometimos hacerlo por él".
Y pocas veces se sintió una energía semejante como en el entretiempo del partido ante México por la fase de grupos, relata Hinks. "Si perdíamos nos eliminaban y llegamos al descanso 0-2. Todos tenían la cabeza baja y les dije: 'Salgamos con la frente en alto a hacer nuestro trabajo por Miguel. A él no les gustaría verlos así'. Ganamos 6-2 y aquí estamos".
Hinks ya no debe trabajar de electricista. De hecho, combina el fútsal con el fútbol de campo, como defensor central del Municipal San Miguelito de la segunda división panameña. Admirador de Kike en el parquet y Sergio Ramos sobre el césped, destaca por su físico y su voz de mando.
La misma que utiliza para opinar del grupo que integra en Colombia con la anfitriona, Portugal y Uzbekistán. "Estamos acostumbrados a los partidos y grupos difíciles. Es mejor, Dios les pone las cosas difíciles a los más valientes. En 2012 nos tocaron Irán, España y Marruecos y clasificamos. Nuestro objetivo es, por lo menos, mejorar aquello y llegar a cuartos de final".
Hinks es ferviente creyente en Dios, y siente que el equipo jugará con seis: "Miguel Lasso siempre estará allí con nosotros"